La valentía y las experiencias (el sexto sabor) de Queso Project.
Mayi Juárez para Simple Culinaria
El relato de Queso Project parte del concepto de experiencias, con mil matices. Como sus productos…
- Por un lado, la gran experiencia y saber hacer de una pareja de emprendedores que han logrado construir un negocio único y diferente. Sencillo, pero intenso en sabores, visiones y decisiones. Pero a la vez complejo, porque está lleno de texturas y aromas; de lucha y esfuerzo en torno a un mundo muy particular al que ellos aplican una interesante dosis de pragmatismo y realidad.
- Por otro, porque son proveedores de pequeñas experiencias. Vivencias que comparten con los productores locales con los que trabajan desde una relación de confianza. Y con los amantes del queso, para quienes han creado tres pequeños templos lácticos en las Islas Canarias, ubicados en Lanzarote, Santa Cruz y La Laguna (Tenerife).
Lo maravilloso del caso de Queso Project no reside en el relevo generacional donde se coge el testigo de un oficio familiar. Sino en una serie de buenos planteamientos y el saber convertirse en expertos a fuerza de tesón, curiosidad, constancia y continuo aprendizaje.
Ellos hacen que el verbo pivotar se convierta en sinónimo de brío y agallas, con la responsabilidad que eso conlleva. Que nunca sobra decirlo (y valorarlo).
El mundo del queso. ¿Cómo se llega hasta aquí?
Sorprende la historia de los orígenes de Queso Project.
Vicente, profesional sanitario e investigador en ciencias canario, es el responsable de transmitir su pasión quesera a su pareja Ana. Vallisoletana, Ingeniera Agrónoma con especialidad en enología y máster en PRL, Calidad y Medio Ambiente. Juntos, hicieron el ejercicio de parar, pensar y decidir comenzar un proyecto loco y disruptivo para sus vidas en aquel momento.
El punto de partida: un destino en el que tenían claro que querían volver: Lanzarote. Y luego, una pregunta: ¿en qué emprendemos?
Y aunque los comienzos sean a partir de ideas utópicas como las que se les pasó por la cabeza al querer dedicarse a ser Maestros Queseros, la realidad es que a fuerza de pruebas y con muy poco margen de error, ellos solos (negrita para remarcar la valentía) han conseguido llegar a ser un referente en las islas…de una manera distinta.
En vez de productores, se han convertido en distribuidores expertos a fuerza de estudiar, vivir la realidad del sector, viajar mucho, investigar aún mucho más y conseguir llevar a su destino el aroma y la personalidad de marcas y tipos de quesos de medio mundo.
La capacidad de convertir producto en experiencias.
Entre un universo de fermentaciones, cuajos, sueros, maduraciones, temperaturas, humedad y presión…ellos han creado su mundo y han ido avanzando, alcanzando logros e hitos como:
- Haber ganado el premio Lanzorotemprende 2016 de la Cámara de Comercio de Lanzarote.
- Pasar de una pequeña tienda de 15m2 en la isla a empezar a distribuir y colaborar con varios profesionales y establecimientos gastronómicos referentes.
- Haber llegado a Tenerife con una situación de incertidumbre en pleno covid con cambio de isla y de vida otra vez (y lo que conlleva construir un equipo de confianza y apostar por las personas).
- Tener “quesazos” como un comte de verano de 2021. Rarezas, como el Belegen “El favorito de Ana”, queso del que, además, ellos son distribuidores exclusivos para Canarias.
- Y poner en valor el queso de las islas. Contribuyendo con su labor (y esta es una parte que hace vibrar de manera especial) a reforzar la producción y el legado de muchas pequeñas queserías de las islas.
Vicente y Ana han conseguido crear un espacio quesero que pone especial énfasis en quesos artesanos canarios muy singulares y de pequeña producción, además de quesos de península y del extranjero, donde la historia del productor es la protagonista.
En sus redes sociales nos cuentan que el ritmo es frenético, y se entiende cuando amaneces en Lanzarote, almuerzas en La Laguna y con suerte, cenas en Santa Cruz. Pero si ahondas un poco, en realidad cada publicación es un tesoro de información sobre sus productos. Y gracias a ello, no solo te entran más ganas de probar lo que allí ofrecen, sino que te enseñan lo que te estás comiendo, incluso antes de probarlo.
Ese es el valor fundamental de este proyecto. El tiempo, la difusión de información y la dedicación plena.
Y aunque tener, gestionar, mantener y hacer crecer un negocio no es fácil, ellos avanzan en sincronía, haciendo tandem y sumando por un objetivo: sacarnos de la zona de confort y ampliar nuestro conocimiento.
“Siempre hacemos la reflexión de que vas a un restaurante, te cuentan las hectáreas de la viña, el nombre de la parcela, la variedad de uva del vino que bebes. El origen del pan con masa madre que te acompaña… Pero con el queso no se hace casi mención”.
Por ello:
- Apuestan por el producto artesano, y recorren el mundo buscando las mejores manos y los mejores entornos, para seleccionar los quesos más mimados y especiales.
- Realizan catas: “lo que nos ayuda a estar más tiempo explicando y saboreando el producto. Al final están dos horas con nosotros y con la experiencia y personalidad única que nos transmiten los queseros y queseras acerca del proceso de elaboración”.
- Y en sus establecimientos, además de venta especializada, ofrecen experiencia en formato de caja degustación (porque cada vez se demanda y agradece más el regalar y compartir un buen surtido de quesos).
“Al final nos dedicamos a contar historias y a parte de catar o probar un nuevo producto te llevas la experiencia, que es la “lengua o historia” que te pone en contacto y hace que te sepa mejor lo que te comes”.
Esto, que en simple culinaria entendemos como auténtico relato, ellos lo llaman el sexto sabor. Y el concepto es maravilloso…
¿Cómo llegamos nosotros a ellos?
La respuesta de cómo llegamos nosotros a ellos está en los detalles y la increíble capacidad de inspiración, antes incluso de que sus productos lleguen a la mesa.
Y hay una historia particular para corroborarlo, que se remonta a la pasada Navidad. Típica fecha de festines culinarios que en nuestra casa se celebra en mesa kilométrica junto a la familia, con platos anárquicos y variada cocina sin hilo conductor. Es decir: un popurrí gastronómico con entrañables tintes caóticos (que me encanta reconocer).
El caso es que después de haberlos visitado con anterioridad, quedando prendados por ese expositor repleto de especialidades y con la intención y el impulso de hacer algo diferente, les encargamos la indispensable tabla de quesos para abrir la velada del 24 de diciembre.
Y lo que recogimos fue una impresionante caja con un aún más impresionante surtido de quesos locales, nacionales e internacionales.
Dentro, una nota escrita a mano por Ana, donde marcaba la ruta de cata de la selección que escogió para nosotros acompañada por una sencilla frase: “¡Que lo disfrutéis!”, cual vaticinio de lo que iba a acontecer.
Y vaya si lo disfrutamos…
La presentación era tan bonita que el producto se quedó tal cual llegó a casa. Y esa noche los quesos de Queso Project fueron los protagonistas de una experiencia nueva para nosotros. Porque siguiendo las indicaciones, fuimos probando de una manera armónica, pausada, consciente y curiosa los diferentes quesos. Degustando y dejándonos sorprender por los matices y las texturas in crescendo. Todos allí presentes, frente a los quesos y sus peculiaridades. Hasta se llevó a cabo una votación.
El queso fue protagonista y cómplice de un ambiente (y nueva tradición) de puro disfrute. Nos regaló conexión.
También puede pasar (experiencia personal nº2) que cuando vas a alguno de sus establecimientos, al escuchar las recomendaciones de estos expertos sobre cómo sacar el mejor partido al producto se te haga la boca agua y sientas una curiosa mezcla de atracción y deseo. Que es así como recientemente me vi cocinando los mejores gnocchis con gorgonzola que se han elaborado en mi cocina; siguiendo la receta que QuesoProject recomendó a los clientes que atendieron antes que a mí y yo también repliqué paso a paso según indicaciones. No pude resistirme.
Producto y profesionalidad.
Encanto y (repito) capacidad de inspirar.
Entrar en sus tiendas es una invitación a probar cosas nuevas y salir, además, con ideas y ganas de seguir explorando.
Queso Project es una fiesta de sabores sorprendentes, que enganchan.
Queso Project por ímpetu, implicación, calidez y ganas, hace que todos los días sean Navidad.