¿Alimentan los ODS? Sí, pero no sirven para llenarnos la boca
La pregunta es: ¿alimentan los ODS? La respuesta es un sencillo pero contundente sí. Con matices, claro, como todo. Porque lo que alimentan es la visión y la estrategia. La apuesta por las acciones sostenibles y responsables.
Y el sector de la gastronomía tiene mucho que ofrecer al respecto.
Todos sabemos que transformar el sistema para lograr la sostenibilidad y el impacto positivo en todas sus dimensiones es un gran desafío. Las empresas reconocen cada vez más su responsabilidad a la hora de realizar cambios significativos para alinear su actividad con los ODS y la alimentación se encuentra en el epicentro de una agenda integradora, en la que la inclusión económica, el desarrollo social y la protección del medio ambiente, convergen en una hoja de ruta única.
Entonces, ¿por qué los Objetivos de Desarrollo Sostenible son claves para la alimentación del futuro y no solo un escaparate?
La visión colectiva y periférica de los ODS en gastronomía
La realidad es que conocer los ODS no te hace más ecológico, ni sostenible, ni responsable. Sino más consciente y comprometido. Te alinea con un (buen) propósito.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) constituyen un llamamiento (repetimos: un llamamiento) a la acción, porque se venían necesitando con urgencia estándares sólidos y creíbles para generar los cambios que necesitamos para preservar la sostenibilidad del planeta y el desarrollo de las distintas comunidades. Así que en 2015 todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron 17 Objetivos como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la cual se establece un plan. Una guía, una bitácora.
Y es que ya no vale “llenarse la boca” colocando un reclamo como «respetuoso con el medio ambiente» en el packaging o utilizar etiquetas verdes e iconos de compromiso en los canales de comunicación. Efectivo quizás en términos de marketing, pero sin apenas valor real. En el peor de los casos, un impresionante greenwhasing.
El futuro de la gastronomía no deja lugar a cuentos fantásticos. Y poner en práctica los ODS no puede basarse únicamente en un argumento moral.
Lo que ahora se necesita son mejores prácticas para aprovechar la oportunidad. Generar alianzas y alimentar la sostenibilidad y la consciencia social.
En el estudio, 10 transiciones conscientes para futuros positivos llevado a cabo por Innuba, junto al Observatorio de Tendencias Sociales Gents-Las Naves nos hablan de la importancia de una alimentación sostenible y consciente, de la cultura regenerativa, de la transparencia veraz. Y estos son algunos de los indicadores que hemos rescatado y nos parecen un buen punto de partida para guiarnos por este territorio:
- Han detectado una mayor demanda de ofertas saludables en hostelería. Según el informe Food barómetro de Edenred, un 89% de los españoles demanda ofertas más saludables en los restaurantes. Esto demuestra que cuidarse ya no forma parte únicamente de una rutina en el hogar sino una demanda social.
- El auge de los productos realfooding. Durante 2021, el término realfooding ha pasado de ser un movimiento que apuesta por una dieta saludable basada en “comida real”, a convertirse en una línea de productos.
- ¿Hablamos del impacto positivo de la cultura regenerativa? Lo que nació como agricultura o ganadería regenerativa, en los últimos años se ha trasladado a muchos campos como una cultura saludable, resistente, y adaptable; se preocupa por el planeta y le importa la vida, consciente de que esta es la manera más efectiva de crear un futuro próspero.
- Auge de comunidades en torno a la comida. También apuntan sobre un aumento de las comunidades en torno a la comida para promover buenos hábitos y un estilo de vida más consciente. Es el caso de movimientos como #GoodRebels de Heura o #WasteWarriors de Too Good To Go.
Son algunos ejemplos. Sin duda hay muchos más.
Y aunque aún se pueda pensar que los ODS están hechos para grandes empresas que puedan mapear y medir los impactos reales a través de estándares de calidad y auditorías, lo cierto es que un productor, un restaurante o una pyme lo tienen fácil a la hora de definir cuál puede ser su contribución y establecer sus compromisos:
- Siendo más conscientes con la cadena de valor y trabajando con proveedores que respeten cuestiones medioambientales, éticas y sociales.
- Co-creando abundancia compartida en vez de escasez competitiva. Que no es más (ni menos) que ser capaces de generar beneficios a la vez que se contribuye con la sociedad a través de prácticas innovadoras que aseguren la sostenibilidad ambiental y la diversidad.
- Promoviendo una cultura y una educación alimentaria….añadiendo “de autor”. Porque la personalidad y creatividad de cada negocio dentro del sector gastronómico puede ser un verdadero motor de cambio.
Y por supuesto, comprometiéndose con el propio bienestar. Y aquí entra en juego el término “negocios felices”, creando el clima idóneo y un entorno propicio para que fluya la satisfacción y que los productos y servicios creados así como los clientes se impregnen de ese valor añadido, contagiando de buenas vibraciones a colaboradores, proveedores y a otras empresas.
Para muchos una utopía, pero como dice Diego Isabel La Moneda en el artículo Sé la economía que quieres ver en el mundo, “los utópicos con espíritu emprendedor son las personas capaces de transformar la sociedad”. De eso justo es de lo que estamos hablando.
A la importancia de los ODS hay que sumar el papel del consumidor responsable
Este es otro punto interesante a la hora de hablar de los ODS en gastronomía.
Aún si nunca hemos oído hablar de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y no sabemos qué implicaciones pueden tener los ODS en la gastronomía, como consumidores tenemos mucho más poder de lo que creemos. Tanto, que se podría decir que todos los días votamos por lo que compramos, como si comprar fuera una opción política.
¿De qué manera es esto cierto? A través de nuestro consumo somos capaces de premiar modelos de producción justos y responsables. Votar es algo que hacemos cada pocos años, pero comprar y consumir alimentos es algo que hacemos todos los días. Damos nuestro dinero a una serie de empresas y servicios y a veces este dinero beneficia a sistemas productivos que, si supiéramos qué tipo de normas operan, probablemente lo pensaríamos dos veces.
El consumidor responsable podría definirse como alguien que es consciente de sus hábitos de consumo y que opta por tener, incluso exige, un impacto más positivo en la sociedad y el medio ambiente de los productores de bienes y servicios.
Por lo que es vital tenerlos en cuenta. Escucharlos y ser consecuentes con ellos al máximo.
Los ODS no son ni debate, ni escaparate, ni solo herramientas de marketing y comunicación.
Los ODS en gastronomía son un mapa para diseñar futuros responsables. La curiosidad, la creatividad y el compromiso son el punto de partida con el que se nos invita a sumarnos todos.